Desde el Donbass se escupe
alboradas de sangre en las
trincheras.
Un tifón de enraizadas bestias
se eleva en su horizonte.
Las clavículas emohecen
aferrándose al suelo
Y el hombre mira y esclama
aún muerto:
¡La hierba crece!
¡La hierba crece!
La metralla no contendrá
las irremediables semillas de
la primavera,
las primeras aguas
o las primeras fieras.
La metralla no contendrá
la vida; en cien años se
levantará un bosque
donde huído el hombre,
aún muerto, alentará:
¡La hierba crece!
¡La hierba crece!
Por el autor, Falcata.